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LOS SACRAMENTALES

 


Sacramentales


Los sacramentales son signos sagrados, muchas veces con materia y forma, por medio de los cuales se reciben efectos espirituales y que son actos públicos de culto y santificación. Pueden ser “cosas” o “acciones”, por la intercesión de la Iglesia (Cfr. CIC. no.1166).

Ellos fueron instituidos por la Iglesia, a diferencia de los sacramentos, que fueron instituidos por Cristo. Tienen ciertas semejanzas con los sacramentos. Son signos de la oración de la Iglesia y nos disponen para recibir la gracia.

Ejemplos de símbolos materiales sacramentales y que actúan ex opere operantis (obran en razón de la Iglesia):

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  • El agua bendita, la más importante

  • Objetos religiosos benditos (cruces, medallas, rosarios ……)

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Ejemplos de “acciones” sacramentales:

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  • La bendición, la más importante, porque se implora la protección de Dios.

  • La señal de la Cruz

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Cuando utilizamos o recibimos los sacramentales, lo que estamos haciendo es acogernos a la misericordia de Dios y poniéndonos bajo su protección. Debemos de tratarlos con mucho respeto y estar conscientes de lo que significan.

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Santa Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia, tenía una fe profunda en el poder del agua bendita. Ella personalmente la usaba para expulsar al demonio y repeler las tentaciones. “Sé por propia experiencia que no hay nada mejor que el agua bendita para expulsar al demonio de nuestro lado”.

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El agua bendita es uno de los sacramentales más importantes y usados dentro de la Iglesia Católica.

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Recordemos que los sacramentales se diferencian claramente de los sacramentos

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  1. Los sacramentos producen efecto por su propia virtud (ex opere operato)… los sacramentales, sólo por la devoción del que los recibe (ex opere operantis).

  2. Los sacramentos contienen y confieren la gracia habitual o santificante… los sacramentales nos alcanzan tan sólo gracias actuales.

  3. Sólo Cristo puede instituir e instituyó de hecho los sacramentos… los sacramentales, en cambio, han sido instituidos por la Iglesia.

  4. Los sacramentos son necesarios para la salvación… los sacramentales, no.

  5. Los sacramentos son siete y nada más que siete, como definió el Concilio de Trento: bautismo, confirmación, penitencia, eucaristía, unción de enfermos, orden sacerdotal y matrimonio.

  6. Los sacramentales son muchísimos. Ejemplo: letanías, aspersión con agua bendita, limosnas, bendiciones, pan bendito, bendiciones de casas, campos, coches, exorcismos…

En general los sacramentales dignamente recibidos producen los siguientes efectos

  1. Obtienen las gracias actuales con especial eficacia por la intervención de la Iglesia (ex opere operantis Ecclesiae).

  2. Perdonan los pecados veniales por vía de impetración (ex opere operantis), en cuanto que por las buenas obras que hacen practicar y por la virtud de las oraciones de la Iglesia excitan en el sujeto sentimientos de contrición y actos de caridad.

  3. A veces perdonan toda o parte de la pena temporal debida por los pecados pasados, en virtud de las indulgencias que suelen acompañar al uso de los sacramentales (v.gr., del agua bendita).

  4. Nos obtienen gracias temporales si son convenientes para nuestra salvación (v.gr., la salud corporal, defensa contra las tempestades, etc.)

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Respecto al agua bendita. ¿Cuáles son sus principales efectos?

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Si uno se santigua con agua bendita con devoción, ello produce tres efectos: Atrae la gracia divina, purifica el alma y aleja al demonio.

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  1. El gesto de santiguarse con agua bendita, nos trae gracias divinas por la oración de la Iglesia. La Iglesia ha orado sobre esa agua con el poder de la Cruz de Cristo. El poder sacerdotal ha dejado una influencia sobre esa agua.

  2. Al mismo tiempo purifica parte de nuestros pecados, tanto los veniales como el reato que quede en nuestra alma.

  3. El tercer poder del agua bendita es alejar al demonio. El demonio puede entrar perfectamente en una iglesia, sus muros no le contienen, el suelo sagrado no le refrena; sin embargo el agua bendita sí que le aleja. Aunque nosotros “con los ojos del cuerpo”, no podamos ver la Cruz que forma el agua bendita en nuestro cuerpo al santiguarnos, el demonio sí que la ve. Para él esa Cruz es de fuego, es como una coraza que no puede traspasar.

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Para bendecir el agua hay una oración especial en latín. Sobre ella se echa sal bendita en el momento de la bendición del agua. El agua, bendecida de este modo, tiene poderes especiales en la lucha contra el demonio y las tentaciones. . El demonio le tiene más miedo al agua bendita que al crucifijo.

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–La bendición del agua puede hacerse en la Misa, según indica elBendicional (1224): «La bendición y la aspersión del agua se hace normalmente el domingo, según el rito descrito en el [actual] Misal Romano» (apéndice 1: Rito para la bendición del agua y aspersión con el agua bendita). Tras un breve saludo, una de las oraciones que el Misal ofrece, y que expresa los efectos propios del agua bendita, dice así:

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«Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo, bendice esta agua, que vamos a usar con fe para implorar el perdón de nuestros pecados y alcanzar la ayuda de tu gracia contra toda enfermedad y asechanza del enemigo. Concédenos, Señor, por tu misericordia, que las aguas vivas siempre broten salvadoras, para que podamos acercarnos a ti con el corazón limpio y evitemos todo peligro de alma y cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

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Prevé este Rito que donde «la costumbre popular» lo aconseje, se conserve «el rito de mezclar sal en el agua bendita», bendiciendo previamente la sal. Una vez bendecida el agua, el sacerdote se rocía a sí mismo con el hisopo y puede luego recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles. En el Tiempo de Pascua, por su carácter bautismal, este Rito es recomendado especialmente.


–La bendición del agua fuera de la celebración de la Misa es dispuesta en elBendicional según su orden propio: signación trinitaria, saludo, monición, lectura de la Palabra divina, oración de bendición (ofrece dos posibles), aspersión y despedida. Transcribo una de las oraciones de bendición:

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«Señor, Padre santo, dirige tu mirada sobre nosotros que, redimidos por tu Hijo, hemos nacido de nuevo del agua y del Espíritu Santo en la fuente bautismal; concédenos, te pedimos, que todos los que reciban la aspersión de esta agua queden renovados en el cuerpo y en el alma y te sirvan con limpieza de vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».

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Juan Bautista (Jn 1,28; 3,26; 10,40) y los discípulos de Cristo solían bautizar en el Jordán (Jn 4,2); Elías divide las aguas al golpearlas con su manto (2 Re 2,8; 13-14); a Naamán se le da la orden de bañarse 7 veces en el Jordán, de suerte que es curado de la lepra (2Re 5,14; cf Lc 4,27). Tampoco ha de olvidarse que Cristo solía bendecir a los niños (Mc 10,16); bendijo a los discípulos en la ascensión (Lc 24,50); bendice el pan en la última cena (Lc 24,30; Mc 14,22; Mt 26,26) y que sus discípulos repiten sus gestos (1Cor 10,16)...
 

Por otro lado, desde tiempos de la Iglesia primitiva el agua era objeto de bendición especial antes de que se confiriera el bautismo. Los documentos más antiguos con que se cuenta sobre la bendición del agua (bautismal) son originarios de la Iglesia de África, de finales del S II: "Supervenit enim statim Spiritus de caelis et aquis superest, sanctificans eas" (Tertuliano De Bap IV col 1203).

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El formulario más antiguo con que se cuenta para la bendición del agua es precisamente de la liturgia según las Constituciones Apostólicas (PG I, col 1043): "Mira desde el cielo y santifica esta agua; da le la gracia y el poder; a fin de que quien se bautice con ella según el precepto de tu Cristo sea crucificado con él, mierto, sepultado y resucitado para ser en Él adoptado como tu Hijo, morir al pecado y vivir para la gracia".

En el AT el empleo del agua lustral o de purificación ¿eran de origen pagano? En el Éxodo se la prescribe para la unción de Aarón y de sus hijos en Ex 29,4; 30,19-20 (esta última cita es digna de mención: Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Yahvé, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones). También se ordena al pueblo que lave sus vestiduras a fin de santificarse en Ex 19,10.14: "Y el Señor dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos".


¿Qué decir del bautismo de Juan Bautista (Mc 1,4.8; Mt 3,6.11; Lc 3,16.21).


En Números 19,1-22 se ofrecen las reglas de la preparación y el empleo del agua lustral.


La mishnáh (Parah) y el Talmud jerosolimitano (Berakhot IV,1; Sota II,1) ofrecen enseñanzas sobre los ritos de la aspersión y el uso del agua lustral. La aspersión que debía realizarla un sacerdote, se hacía dando siete golpes diversos sobre el objeto que se deseaba purificar. El hecho mismo de tomarse el agua pura y hacerla pasar por las cenizas del agua pura era suficiente para su bendición (Num 19,9).

Así que no es ningún elemento pagano. Está testimoniado en la Escritura y goza de una amplia tradición en la Iglesia antigua.
Ahora bien, si se acusa de paganismo a la Iglesia por emplear agua bendita, habría mucho que quitar de la Biblia por tener "resabios" paganos.

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