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EL RAPTO

El Rapto es un concepto errado

 

El Rapto en definitiva es un concepto equivocado sobre la Segunda Venida de Jesús y una interpretación errónea a las palabras de Jesús sobre el fin del mundo.
 

Se ha estado hablando desde bastante tiempo ya de la posibilidad de una acción divina sobre la humanidad específicamente sobre la Iglesia que acontecería al final de los tiempos como un preámbulo al mismo, este acontecimiento se conoce como El Rapto sujeto a la Gran Tribulación.

Es un término que utiliza en demasía la iglesia protestante y dado a que es en esa vertiente del cristianismo que se difunde con más fuerza tal acontecimiento para dar un análisis completo sobre el asunto tendríamos que entrar en materia teologal relacionado al milenarismo y sus implicaciones, no obstante trataré de dar un toque menos técnico y de mayor comprensión para que podamos entender la realidad de esta mal interpretación bíblica. Para ello estaré utilizando un artículo del P. Jordi Rivero y el Catecismo de la Iglesia Católica sobre el tema.

Este término Gran Tribulación se refiere al tiempo de persecución que se denota de las palabras de Jesús sobre el fin del mundo. En esto se hace alusión al rapto, no obstante antes de ir más a fondo en este asunto es necesario hacer notar que el término rapto para la Iglesia significa un anonadamiento, un éxtasis. Santa Teresa de Ávila lo define como: “arrobamiento, éxtasis o rapto, que todo es uno a mi parecer" (M 6,4 tit., cf V 20,23 y 21,8). Su concepto se deriva del texto Paulino en II Cor 12,2-4. "si esto pasa en el cuerpo o no, yo no lo sabré decir; al menos ni juraría que está en el cuerpo ni tampoco que está el cuerpo sin alma" (M 6,5,8).

La alusión a un rapto en la cual Jesús aparecerá en el cielo al final de los tiempos de forma invisible para raptar a la Iglesia es totalmente falso, Jesucristo vendrá al fin del tiempo pero será una venida visible y gloriosa que nadie podrá ignorar (Cf. Ap 1,7) Será entonces cuando ocurrirá el juicio final; vivos y muertos serán llevados de este mundo a la presencia del Señor. No existirá un "rapto secreto" anterior al fin del mundo. 

Esta modalidad ha tenido gran acogida en algunas iglesias especialmente de corte pentecostal, no obstante P. Jordi nos presenta las objeciones a ésta.

Objeciones contra "El Rapto"

1- El rapto se fundamenta en una errada interpretación de la Biblia.

Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. -1 Tes. 4,15-17

Este pasaje se refiere al fin del mundo y no a una venida secreta anterior. S. Pablo demuestra que es el fin del tiempo: "Y así estaremos siempre con el Señor".

2-La creencia en "el rapto" no es bíblica. 

La auténtica interpretación Bíblica no acepta novedades y el concepto del rapto no era conocido en la cristiandad hasta el siglo XVIII. 

Como comienza la creencia en el rapto: Según la investigación de Paul Thigpen, autor de "The Rapture Trap", la doctrina del rapto nace en el siglo XVIII. Un ministro Puritano llamado Increase Mather escribió sobre cristianos arrebatados por los aires antes de que el mundo fuera consumido por el fuego del juicio divino. Más tarde otros publicaron ideas similares.

Un Jesuita chileno llamado Manuel Lacunza, en su libro La Venida del Mesías en Gloria y Majestad, publicado en 1812, especula que los fieles que han recibido la comunión con frecuencia serán, hacia el fin del mundo, recogidos por Jesucristo para tenerlos seguros por 45 días mientras el mundo es castigado. Este libro fue traducido al inglés y sus ideas sobre el rapto tuvieron gran influencia entre algunos grupos de cristianos sectarios.

3- ¿Tres venidas de Jesucristo en vez de dos?

Según el esquema del rapto, faltan aun dos venidas de Cristo: Una para llevarse a los suyos en el rapto y otra venida al final del tiempo. Serían la Segunda y la Tercera Venida (la Primera fue en la Encarnación).

La verdad es que Cristo vino en su Primera venida y solo falta la Segunda Venida. Esta venida marcará el fin del mundo. Ese día Cristo reunirá a todos: A los que estén vivos para ese tiempo y también a los muertos los cuales resucitarán. Después de ese evento este mundo ya no existirá.

4- El rapto para evitar la tribulación: Falsa evasión del sufrimiento

Los que creen que el rapto será antes de la Gran Tribulación del Anticristo piensan que solo los malos van a sufrir ese tiempo de persecución. ¡Si esto fuese cierto, entonces el Anticristo no tendría a quien perseguir porque ya todos los fieles estarían con Cristo fuera de este mundo!

Olvidan que el sufrimiento tiene un profundo significado bíblico. El hecho es que Cristo sufrió y su Cuerpo Místico que es la Iglesia lleva una continua trayectoria de sufrimiento y persecución. Pero habrá una persecución final que será extraordinaria, antes del final. Los cristianos no pueden estar esperando un rapto prematuro sino que deben estar fortaleciéndose para vencer en la prueba.

Pablo relata ampliamente sus propios sufrimientos en la persecución de su tiempo y nos exhorta para que no tengamos miedo de morir por Cristo en las pruebas que ciertamente vendrán a la Iglesia y a cada creyente en particular. Por eso enseña que los que creyentes que sobrevivan la persecución del Anticristo y estén vivos cuando Cristo venga no tendrán ventaja sobre los que hayan muerto en la fe. Ambos grupos se reunirán con Cristo para siempre. (Cf 1 Tes 4,15-17; CIC 1001) Padre Jordi Rivero.

Sobre este tema el Catecismo dice lo siguiente:

La última prueba de la Iglesia

675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3; 2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).

676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío XI, "Divini Redemptoris" que condena el "falso misticismo" de esta "falsificación de la redención de los humildes"; GS 20-21).

677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).

Como pueden ver, no exista tal cosa como un Rapto sino que la Iglesia entrará en la Gloria de Dios mediante la imitación de Jesús quien se autodenominó Camino de Salvación, aquel que quiera llegar al Padre debe tomar ese único Camino a Él, nadie podrá lograrlo sino es mediante el seguimiento de Cristo. Eso implica un compromiso real y verás con el Evangelio, tomar nuestra Cruz y seguir sus pasos, hacer como Él hizo y cumplir con lo que nos mandó a cumplir.

"El Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre"; "verán al Hijo del hombre venir entre nubes"; "como el relámpago fulgurante bitilla de un extremo a otro del horizonte, así sucederá con el Hijo del hombre cuando llegue su día" (Mt. 16, 27; Mc. 13, 26; Lc. 17, 24). Estos pasajes bíblico vienen a evidenciar que el llamado Rapto no en bíblico pues hacen alusión a que todos conoceremos el momento de la Segunda Venida.

Aquí no podemos menos de reconocer rasgos de las esperanzas y especulaciones "apocalípticas", con un largo pasado tras sí, que revivieron con fuerza durante los años febriles que precedieron la ruina de Jerusalén. Los cristianos primitivos compartían muchas de estas esperanzas. Las discutían con angustia, como sabemos por escritos del Nuevo Testamento, fuera de los Evangelios. Se comprende que se asieran con avidez a cualesquiera palabras recordadas de su Señor, que parecieran tener alguna conexión con tales esperanzas. Pero se desvirtuó aquella esperanza en un pensamiento apocalíptico y excluyente que hace ver la Revelación como una falsa. Dios quiere que todos se salven y el milenarismo en sus dos acepciones indica que solo un grupo será llevado al Cielo o al Reino terreno. Esas dos acepciones del milenarismo tienen para muchos católicos que creen en el rapto una base en el Catecismo, ellos presentan estos numerales;

668 "Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos" (Rm 14, 9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: Posee todo poder en los cielos y en la tierra. El está "por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación" porque el Padre "bajo sus pies sometió todas las cosas"(Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf. Ef 4, 10; 1 Co 15, 24. 27-28) y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1, 10), su cumplimiento transcendente.

669 Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf. Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf. Ef 4, 11-13). "La Iglesia, o el reino de Cristo presente ya en misterio", "constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra" (LG 3;5).

670 Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la "última hora" (1 Jn 2, 18; cf. 1 P 4, 7). "El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (LG 48). El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf. Mc 16, 17-18) que acompañan a su anuncio por la Iglesia (cf. Mc 16, 20).

... esperando que todo le sea sometido

671 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado "con gran poder y gloria" (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2 Te 2, 7) a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1 Co 15, 28), y "mientras no haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios" (LG 48). Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: "Ven, Señor Jesús" (cf.1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).

672 Cristo afirmó antes de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (cf. Hch 1, 6-7) que, según los profetas (cf. Is 11, 1-9), debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es también un tiempo marcado todavía por la "tristeza" (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia (cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los últimos días (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).

El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel

673 Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos "toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad" (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este advenimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Te 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén "retenidos" en las manos de Dios (cf. 2 Te 2, 3-12).

674 La Venida del Mesías glorioso, en un momento determinad o de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por "todo Israel" (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que "una parte está endurecida" (Rm 11, 25) en "la incredulidad" respecto a Jesús (Rm 11, 20). San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: "Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas" (Hch 3, 19-21). Y San Pablo le hace eco: "si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?" (Rm 11, 5). La entrada de "la plenitud de los judíos" (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de "la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al Pueblo de Dios "llegar a la plenitud de Cristo" (Ef 4, 13) en la cual "Dios será todo en nosotros" (1 Co 15, 28).

La última prueba de la Iglesia

675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3; 2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).

Pero lo dejan hasta aquí, quien no investiga se queda con esa impresión y todo el adorno que le incluyen. No obstante el numeral más importante nunca lo incluyen o si lo hacen no abundan sobre el mismo. Aquí lo incluyo y enfatizo en negrillas lo que desmiente toda la filosofía milenarista existente.

676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío XI, "Divini Redemptoris" que condena el "falso misticismo" de esta "falsificación de la redención de los humildes"; GS 20-21).

Entonces, ¿Por qué pensar en un acto divino que no está contemplado en la Revelación? Son muchos los que pensando en pluralismos, democracias, derechos y necesidades han pensado erradamente que la Doctrina es manipulable, manejable y hasta cuestionable. Por esas razones básicamente se han dado separaciones en la Iglesia, y el sectarismo surge a raíz de ese tipo de pensamiento limitante. La verdadera libertad está en la completa obediencia doctrinal y su aplicación debida al tiempo en que vivimos, pues de más está decir que la manera de ver la Doctrina hace 200 años no es aplicable a nuestro tiempo, pero eso no hace distinción en la Doctrina misma sino en nuestra manera de verla. La Iglesia desde sus inicios ha sido y seguirá siendo guiada a la verdad plena por el Espíritu Santo (Juan 16, 13) en ese sentido todo desvelo doctrinal no viene a ser un cambio en la doctrina sino un complemento de la misma.

El milenarismo tiene que verse a la luz de lo revelado, no con interpretaciones propias. El Rapto en definitiva es un concepto equivocado sobre la Segunda Venida de Jesús y una interpretación errónea a las palabras de Jesús sobre el fin del mundo. Específicamente este pasaje:

Mateo 24, 37-42:
Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé.

En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.

De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.

La interpretación correcta no es la del Rapto sino la del Juicio Final véanlo en Mateo 25,31-33:

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda.

Si Jesús hablara de un rapto, ¿No creen que lo explicaría claramente y no hubiera esta aparente contradicción en el mismo Evangelio escrito por san Mateo? Es por ello imperativo no hacer calculaciones e interpretaciones fuera de contexto. Siempre debemos mirar la Revelación en su amplitud para poder ver, juzgar y actuar conforme a ella. De ese modo y confiados en que es la Santa Madre Iglesia la única llamada a interpretar la Revelación, no caeremos en conceptos equivocados como el Rapto y el Milenarismo.

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